La ruptura de una presa provocó una avalancha de agua que arrasó al menos 20 aldeas y dejó al menos 30 personas muertas en el este de Sudán, según informó Naciones Unidas, devastando una región que ya se tambalea tras meses de guerra civil.
Las lluvias torrenciales provocaron inundaciones que abrumaron la presa de Arbaat el domingo a solo 40 kilómetros al norte de Puerto Sudán, la capital nacional de facto y base del gobierno.
“La zona está irreconocible. Las tuberías de electricidad y agua están destruidas”, dijo Omar Eissa Haroun, jefe de la autoridad del agua del estado del Mar Rojo, en un mensaje de WhatsApp al personal.
Un socorrista dijo que entre 150 y 200 personas estaban desaparecidas.
Dijo que había visto los cuerpos de los mineros de oro y piezas de su equipo destrozados, y comparó el desastre con la devastación en la ciudad de Derna, en el este de Libia, en septiembre del año pasado, cuando las aguas de la tormenta rompieron las presas, arrasaron edificios y mataron a miles de personas.
En la carretera a Arbaat el lunes, un periodista de Reuters vio a gente enterrando a un hombre y cubriendo su tumba con madera a la deriva para tratar de evitar que fuera arrastrada por los aludes de lodo.
Las casas de unas 50 mil personas se vieron afectadas por las inundaciones, dijo Naciones Unidas, citando a las autoridades locales, añadiendo que la cifra sólo se refería a la zona al oeste de la presa, ya que la zona este era inaccesible.
La presa era la principal fuente de agua para Puerto Sudán, que alberga el principal puerto del Mar Rojo y aeropuerto en funcionamiento del país, y recibe la mayor parte de las tan necesarias entregas de ayuda del país.
“La ciudad está amenazada de sed en los próximos días”, dijo la Asociación de Ambientalistas Sudaneses en un comunicado.
Las autoridades dijeron que la presa había comenzado a desmoronarse y que se había acumulado sedimento durante los días de fuertes lluvias que llegaron mucho antes de lo habitual.
Las presas, carreteras y puentes de Sudán ya estaban en mal estado antes de que comenzara la guerra entre el ejército sudanés y las Fuerzas Rápidas paramilitares en abril de 2023.
Desde entonces, ambos bandos han canalizado la mayor parte de sus recursos al conflicto, dejando la infraestructura muy descuidada.