Un sismo de magnitud 4.1 se registró en las cercanías de Boca del Río, Veracruz, a las 7:48 hora del centro (13:48 UTC) del 7 de octubre, según informó el Servicio Sismológico Nacional (SSN). El epicentro del temblor se localizó a 30 kilómetros al noreste de la ciudad de Boca del Río, con una profundidad de 16.1 kilómetros.
Ante esta actividad sísmica, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) recomienda a la población no caer en rumores ni noticias falsas y informarse a través de fuentes oficiales, como las autoridades de Protección Civil locales, estatales y federales.
Las autoridades sugieren que, tras un sismo, se revisen los hogares en busca de posibles daños. También se aconseja utilizar el teléfono solo en caso de emergencia y evitar encender cerillos o velas hasta asegurarse de que no haya fugas de gas. Es importante mantener la alerta ante la posibilidad de réplicas del sismo.
El Cenapred recuerda a la población que se deben seguir medidas preventivas antes de un temblor, como preparar un plan de protección civil, organizar simulacros de evacuación, identificar zonas de seguridad en el hogar, escuela o lugar de trabajo, y tener lista una mochila de emergencia.
México se encuentra en una zona de alta actividad sísmica, lo que aumenta el riesgo de sufrir este tipo de eventos. Históricamente, los sismos más devastadores han dejado una profunda huella en la memoria colectiva de los mexicanos. Ejemplos significativos son los terremotos de 1985 y 2017, que causaron daños extensos y pérdida de vidas.
El 19 de septiembre de 1985, un terremoto de magnitud 8.2, con epicentro en Guerrero, ocurrió a las 07:19 horas locales (13:19 UTC). Treinta y dos años después, el 19 de septiembre de 2017, un sismo de magnitud 7.1 golpeó la región entre Puebla y Morelos, resultando en 369 muertes.
Los expertos del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires) han advertido sobre la posibilidad de que eventos de magnitud similar ocurran en el futuro, debido al potencial sísmico de la región.
