La reelección de Donald Trump, aunque preocupante para muchos, ofrece al gobierno de México y a otros países una ventaja en términos de previsibilidad, pues ya se conocen las posibles prioridades y enfoques que aplicará desde el inicio de su nuevo mandato, incluso antes de su toma de posesión oficial el próximo 20 de enero. Esto brinda a México y al mundo la oportunidad de anticipar y planificar estrategias para mitigar los efectos de las políticas de Trump, especialmente aquellas que podrían impactar económicamente o en términos migratorios.
Por otro lado, las previsiones son desalentadoras, pues se espera que las políticas del presidente electo afecten de forma significativa tanto a la economía mexicana como a los connacionales que viven en Estados Unidos, particularmente aquellos que no cuentan con un estatus migratorio regular. Trump ha señalado su intención de implementar aranceles y de reforzar la seguridad en la frontera, lo cual podría incluir una política de deportaciones masivas, que afectaría incluso a personas de otras nacionalidades.
Además, una de sus principales prioridades parece ser la contención del tráfico de fentanilo y la lucha contra organizaciones criminales que operan entre ambos países. Existen reportes que indican que Trump había explorado anteriormente la posibilidad de utilizar tácticas militares en territorio mexicano contra líderes criminales, sugiriendo medidas extremas que implicaban ataques selectivos. En su nueva administración, su equipo cercano promete ser más disciplinado y menos susceptible a las restricciones internas que lo frenaron en el pasado, lo cual preocupa a los analistas.
El gobierno mexicano ahora enfrenta el reto de prepararse para esta dinámica de tensión y prever las medidas que un Trump reelegido podría tomar en contra de México y su economía.