En México, más de 160 periodistas han sido asesinados desde el año 2000, reflejando un entorno hostil que crece al ritmo de la violencia y se agrava por narrativas polarizantes. Este panorama ha generado una crisis en los derechos humanos y la libertad de prensa, donde el Estado, la sociedad y la inseguridad figuran como factores clave.
Periodistas como Beatriz Guillén, del periódico El País, y Érica Mora, productora de Justicia TV, han dedicado sus trayectorias a visibilizar esta problemática. Guillén subrayó la importancia de contar historias humanas como herramienta para lograr justicia: “Tenemos a muchas personas deseando contar su historia, porque sabemos que a veces puede ser la única forma de obtener justicia”.
Por su parte, Mora destacó la corresponsabilidad de los medios y la ciudadanía en la verificación de información en un contexto de sobreinformación y discursos de odio: “Es un momento donde hay mucha información […] pero también discursos de odio y posverdad”.
Ambas periodistas coincidieron en que la dignidad y la presunción de inocencia son principios esenciales en la cobertura de casos de derechos humanos. Guillén alertó sobre los retos venideros ante la desaparición de organismos autónomos y la falta de acceso a la transparencia, señalando que los periodistas deberán explorar nuevas estrategias para contrarrestar la desinformación y mantener su función crítica en la sociedad.
El panorama actual evidencia que el periodismo en México enfrenta no solo la violencia física, sino también desafíos estructurales que ponen en riesgo su papel como defensor de los derechos fundamentales.