El crecimiento acelerado del parque vehicular en México ha puesto de manifiesto la crisis de movilidad en muchas ciudades, incluido Puebla. Según el INEGI, el país pasó de 5.7 millones de vehículos registrados en 1980 a 58.2 millones en 2023, de los cuales 37.9 millones son automóviles particulares. Este fenómeno refleja una dependencia al automóvil que, en palabras del Dr. Francisco Valverde Díaz de León, coordinador del Doctorado en Hábitat y Sustentabilidad de la IBERO Puebla, responde tanto a aspiraciones socioeconómicas como a la falta de alternativas eficaces de transporte público.
En Puebla, los intentos de mejorar el tráfico vehicular, como el cierre de vueltas a la derecha y la eliminación de altos en Atlixcáyotl, han logrado reducir tiempos de traslado hasta en 25 minutos, según un estudio oficial. Sin embargo, activistas como Armando Ishikawa Pliego del colectivo Ciudad Activa critican que estas medidas favorecen a los automovilistas mientras ignoran a ciclistas y usuarios del transporte público.
El concepto de “demanda inducida” —donde la ampliación de infraestructura para autos genera más tráfico en el largo plazo— ejemplifica el círculo vicioso que enfrenta la planeación urbana actual. Para romper este esquema, especialistas como el Mtro. Zeus Moreno Cortés abogan por sistemas de transporte público interconectados, con estaciones multimodales que prioricen la movilidad sostenible.
La movilidad segura y equitativa, según los expertos, no llegará sin una lucha activa por parte de la ciudadanía. “El transporte que merecemos solo va a llegar si luchamos por él”, concluye Ishikawa, destacando la necesidad de transformar el modelo urbano para construir ciudades más inclusivas y eficientes.