CIUDAD DE MÉXICO, México.- Desde su llegada al poder en 2017, Donald Trump ha implementado una agenda política que ha transformado profundamente las relaciones entre Estados Unidos y México. Sus políticas comerciales, migratorias y de seguridad fronteriza han generado tensiones significativas, subrayando la importancia de analizar sus efectos en México y diseñar estrategias para enfrentarlos.
En el ámbito comercial, la administración Trump impuso aranceles a productos mexicanos, utilizando esta medida como herramienta de presión en temas como la renegociación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Aunque el T-MEC ha brindado mayor certeza comercial, también planteó desafíos, como nuevas reglas de origen en la industria automotriz y regulaciones laborales más estrictas. Para reducir su dependencia económica de Estados Unidos, México debe buscar la diversificación comercial a través de acuerdos multilaterales y nuevos mercados en Asia, Europa y América Latina.
En el tema migratorio, las políticas de Trump han impactado directamente a México. Medidas como la separación de familias, la restricción de asilos y el programa “Permanecer en México” (MPP) han generado una crisis humanitaria en ciudades fronterizas mexicanas. Aunque el gobierno mexicano ha optado por colaborar con Estados Unidos, esta estrategia ha sido criticada por priorizar intereses políticos sobre los derechos humanos de los migrantes. Una solución viable sería fortalecer la cooperación regional y las capacidades institucionales para atender esta problemática.
La seguridad fronteriza, marcada por la militarización y la construcción parcial del muro fronterizo, ha afectado a las comunidades transfronterizas y al comercio binacional. México debe asumir un papel más activo en abordar las causas comunes de la inseguridad, como el tráfico de drogas y armas, exigiendo una responsabilidad compartida con Estados Unidos.
En el ámbito ambiental, la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París bajo la administración Trump ha complicado la colaboración regional en temas como energías limpias y manejo de recursos naturales. México, sin embargo, tiene la oportunidad de liderar iniciativas sostenibles en colaboración con otros actores internacionales, reforzando su compromiso con el desarrollo sustentable.
Ante estas políticas, México debe adoptar una estrategia integral basada en la diversificación económica, el fortalecimiento institucional y el liderazgo global. Estas acciones permitirán al país mitigar los impactos negativos y posicionarse como un actor relevante en el escenario internacional.