El alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, fue asesinado este domingo, confirmaron el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, y la Fiscalía estatal. Arcos, quien asumió el cargo junto a su secretario general, Francisco Tapia, hace apenas tres días, se encontraba en medio de una creciente ola de violencia que afecta a Guerrero, uno de los estados más empobrecidos y olvidados de México.
El trágico incidente se produce después del asesinato de Tapia, quien fue tiroteado el jueves en una calle del centro de la ciudad. “Es muy doloroso, muy lamentable. Exigimos justicia para que este crimen no quede impune”, declaró Arcos en su aparición en los medios locales tras el ataque a su secretario. La violencia en Guerrero ha sido alimentada por la lucha entre grupos criminales como Los Tlacos y Los Ardillos, que disputan el control territorial para diversas actividades ilícitas.
Fuentes locales reportan que el cuerpo de Arcos fue encontrado decapitado, con su cabeza colocada sobre el techo de una furgoneta blanca y el resto de su cuerpo en el asiento del conductor. Durante la mañana del domingo, Arcos había visitado barrios afectados por recientes inundaciones en el estado, lo que refleja su compromiso con la comunidad.
El estado de Guerrero ha sido testigo de episodios de violencia que se remontan a décadas, desde la represión de grupos guerrilleros hasta la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, un caso emblemático de la corrupción y el colapso institucional en la región. En un contexto marcado por el caos y el miedo, las autoridades han sido criticadas por su incapacidad para contener la violencia, mientras que la Iglesia local ha intentado mediar entre los grupos criminales en busca de una paz que parece esquiva.
La gobernadora morenista, Evelyn Salgado, reaccionó al asesinato de Arcos con un mensaje en redes sociales condenando el atentado, aunque las medidas concretas para abordar la creciente violencia siguen sin estar claras.
La situación en Guerrero continúa siendo crítica, y el asesinato del alcalde de Chilpancingo resalta la urgencia de abordar la violencia endémica que afecta a la población y socava la gobernabilidad en la región.