El Hijo del Santo vivió una noche llena de emociones encontradas en su última lucha en la Arena Ciudad de México, como parte de su gira de despedida. Un ambiente cargado de tensión, donde los abucheos y las ovaciones se entremezclaron, reflejando la relación intermitente que ha tenido con su público a lo largo de los años.
El heredero del Santo, con su característica máscara plateada brillando bajo los reflectores, demostró por qué sigue siendo uno de los íconos más importantes de la lucha libre mexicana. “Mientras la tiene puesta ese hombre tiene súper poderes”, murmuró un fanático, mientras el gladiador se movía con agilidad por el cuadrilátero, resistiendo los ataques de Fuerza Guerrera y L.A. Park en un combate donde cinco luchadores apostaban sus máscaras.
Desde el inicio del combate, la máscara del Hijo del Santo fue objeto de los ataques más despiadados. L.A. Park, con su estilo feroz, consiguió despojar parcialmente al luchador de su tapa. “¡El Santo aún tiene pelo!”, gritó un joven, observando la parte del rostro descubierto del ídolo. Sin embargo, la lucha continuó y el Hijo del Santo logró salvar su máscara con un conteo de tres contra el hombre calavera, L.A. Park.
La pelea siguió siendo intensa, transformándose en una lucha de parejas. El Hijo del Santo sufrió otra cuenta de tres, esta vez a manos de Fuerza Guerrera, pero la última palabra quedaba para él en un duelo decisivo contra Misterioso Jr. En la lucha a dos de tres caídas, el Hijo del Santo comenzó a recibir los primeros conteos, mientras el público, angustiado, coreaba su nombre: “¡Santo!, ¡Santo!, ¡Santo!”. Este clamor se convirtió en el combustible necesario para que el hijo de la leyenda sacara fuerzas y saliera victorioso, alzándose con el triunfo con un magistral llaveo.
“Para vencer a un excelente luchador se necesita a otro mejor. Hoy no me ganó un mejor luchador, lo hizo una leyenda”, reconoció Misterioso Jr. tras perder la contienda, mientras se despojó de su máscara. Los aficionados, molestos por ver al enmascarado perder, no dudaron en expresar su descontento, llenando la arena con abucheos.
Por su parte, el Hijo del Santo, agradecido, ofreció un mensaje emotivo a sus seguidores: “He tenido muchos detractores en mi carrera, pero eso no me afecta, me fortalece. Muchas gracias a todos aquellos conocedores de la lucha libre y también a los detractores”. Y con este gesto de agradecimiento, se fundió en un abrazo con el resto del elenco de la noche, mientras la arena estallaba en una ovación de pie.
Así, entre lágrimas y aplausos, el Hijo del Santo cerró un capítulo histórico en la lucha libre mexicana, dejando un legado que será difícil de superar.