Este domingo, la visita de los reyes de España y las autoridades locales y nacionales a la zona cero de las devastadoras inundaciones en el sureste del país fue recibida con lanzamientos de barro y abucheos. En la localidad de Paiporta, donde el desastre dejó al menos 217 muertos y cientos de desaparecidos, los vecinos expresaron su descontento con la falta de previsión y la lenta reacción oficial.
El rey Felipe VI y la reina Letizia, acompañados de líderes políticos, escucharon reclamos de los habitantes. “Nos habéis abandonado”, exclamó un joven al monarca, reflejando el sentimiento generalizado de frustración en la región de Valencia, la más afectada. La respuesta de las autoridades, percibida como tardía, contrastó con la ola de solidaridad espontánea entre la población, quienes se organizaron rápidamente para ayudar a las zonas afectadas.
Días después de las lluvias torrenciales, aún había comunidades sin asistencia oficial, mientras que numerosos voluntarios de diferentes partes de España acudían con herramientas y provisiones para ayudar en la limpieza. La reacción oficial, incluyendo la intervención de la Unidad Militar de Emergencias (UME), se demoró, desencadenando un cruce de acusaciones entre las autoridades del gobierno central y el regional, exacerbando el descontento ciudadano.
El presidente Pedro Sánchez reconoció deficiencias en la respuesta y anunció el “mayor despliegue en tiempos de paz” del Ejército español. Sin embargo, las tensiones políticas entre el gobierno central y la Generalitat Valenciana han dificultado la coordinación en una crisis que expone, según expertos, una “crisis de gobernanza” en el modelo autonómico del país.