Liam Lawson y su fugaz paso por Red Bull: Entre expectativas y realidad

La historia de Liam Lawson en Red Bull se convirtió en una de las más efímeras de la Fórmula 1 moderna. Con solo dos Grandes Premios como piloto titular, el neozelandés se convirtió en el piloto con menor tiempo en la escudería austriaca antes de ser relegado a Racing Bulls. Más allá de los números, su salida refleja una combinación de factores que van desde su rendimiento en pista hasta problemas de actitud y adaptación al exigente entorno del equipo.

Red Bull, conocido por sus decisiones tajantes en cuanto a su alineación de pilotos, le dio a Lawson la oportunidad de demostrar su talento en un monoplaza que ha sido diseñado para maximizar el desempeño de Max Verstappen, pero que históricamente ha resultado un reto para cualquiera que intente pilotarlo con el mismo nivel de control. Con solo 11 carreras de experiencia previa, Lawson se encontró en una situación complicada desde el inicio.

El desempeño del neozelandés no estuvo a la altura de lo que Red Bull esperaba. Sus tiempos en clasificación y carrera fueron de los más bajos dentro de la parrilla, y su rendimiento en tandas largas mostró una falta de ritmo preocupante. Cometió errores recurrentes, abortó varias vueltas rápidas por despistes y no logró construir una evolución positiva en su conducción. En un equipo donde la consistencia es clave, su incapacidad para adaptarse rápidamente fue un factor determinante en su salida.

Además de lo deportivo, su actitud jugó un papel crucial en su destino. Desde su llegada, Lawson mostró una confianza que algunos interpretaron como arrogancia. En el Gran Premio de México, protagonizó un incidente con Sergio Pérez al dañar su auto, lo que afectó gravemente la carrera del mexicano. Su reacción posterior, mostrando un gesto obsceno en plena pista, dejó una impresión negativa dentro y fuera del equipo.

En sus declaraciones previas a la temporada, Lawson insinuó que no tendría problemas para igualar el desempeño de Verstappen, restando importancia a los desafíos que enfrentó Pérez en el equipo. Sin embargo, la realidad le golpeó de manera contundente: no solo no logró acercarse al neerlandés, sino que mostró dificultades para mantenerse competitivo contra rivales de menor jerarquía.

En la Fórmula 1, el margen de error es mínimo, y Lawson no tuvo tiempo para corregir el rumbo. Su falta de adaptación, la ausencia de progresión en su rendimiento y la presión de pilotar en un equipo donde solo Verstappen parece capaz de exprimir al máximo el auto, terminaron por sellar su destino. Su regreso a Racing Bulls no significa el fin de su carrera, pero sí una lección sobre la diferencia entre la confianza y la preparación para un reto de esta magnitud.

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