Más de 1,500 migrantes que integran la caravana conocida como “Bendición de Dios” enfrentan un dilema tras la propuesta de las autoridades mexicanas para trasladarlos a los estados de Guerrero o Michoacán. Aunque el objetivo sería facilitar su camino hacia la Ciudad de México o procesar solicitudes de asilo, el temor a ser deportados genera incertidumbre entre los migrantes.
Muchos de los integrantes, en su mayoría venezolanos, se encuentran exhaustos y enfrentan problemas de salud después de días de caminata. Sin embargo, la desconfianza hacia las autoridades complica su decisión.
Daniel Méndez, un migrante venezolano, expresó su preocupación:
“No sabemos si nos van a llevar adelante o nos regresarán a Tapachula, lo que necesitamos es seguridad.”
Por su parte, Génesis Parada, otra migrante venezolana, admitió que existe incertidumbre, pero decidió confiar en las autoridades para continuar su camino. Mientras tanto, Bárbara Rodríguez denunció que las promesas iniciales de no dividir al grupo no se están cumpliendo, aumentando la desconfianza hacia las autoridades.
Aunque algunos migrantes han aceptado ser trasladados, otros dudan de las intenciones reales de los funcionarios. La mayoría busca llegar a Estados Unidos, aunque carecen de la documentación requerida, lo que los hace vulnerables a ser deportados.
La situación de los migrantes evidencia las dificultades y la incertidumbre que enfrentan quienes intentan atravesar México en busca de mejores oportunidades, mientras lidian con el cansancio, las promesas incumplidas y el temor a ser devueltos a puntos de origen.